Mezquita de Casablanca

Cuando me propusieron la idea de darnos una escapada de tres días a Casablanca, lo primero que se me vino a la mente fue aquella escena inolvidable de la película del mismo nombre. Hoy recuerdo con emoción aquellos días, envueltos en la magia de una ciudad precisamente de película. Aún hoy sigo oyendo a muchos turistas que vuelven un tanto desencantados. Creo que no saben valorarla…

Será tal vez porque al llegar a ella no descubren a una Casablanca diríamos que imperial, deslumbrante. Pero, tranquilos, Casablanca es como el buen vino. Hay que degustarla poco a poco, de forma suave. Sus pequeñas callejuelas y su medina son un entramado seductor y sugerente. Sabores, olores, emociones, es una mezcla que embriaga. Como el buen vino…

Casablanca te seduce, quieras o no, con el enigma de su enorme Mezquita de Hassán II, inaugurada en 1993, una de las mezquitas más grandes del mundo. Una de las más grandes no, la segunda más grande, tras la de la Meca, para ser más exactos. Es una de las pocas mezquitas musulmanas que permite la entrada a los que no profesan la religión.

Mármoles y mosaicos se derraman por su fachada. Pero, lo que más os llamará la atención será su torre, de casi 200 metros de altura. Ni que decir tiene que puede verse desde cualquier punto de la ciudad. Como para no enterarse de que te llaman a la oración, ¿verdad?…

Tras la visita a la mezquita hay que situarse en la Plaza de las Naciones Unidas o Plaza de Mohammed V. Es el corazón de Casablanca, el lugar desde el que parten todos los turistas para perderse en la medina, en la Lusitania, su barrio judío, o en la Avenida de Hassán II, bellísima con sus edificios de art deco.

Yo prefiero ir en busca de la medina, al sur de Casablanca. Dicen los lugareños que es la nueva medina, la moderna. Tal vez no sea tan mágica ni seductora como la de Fez o Marrakech. Sin embargo no pierden encanto sus plazitas y callejuelas, llenas de puestos de todo tipo. Alfombras, especias, artesanía, faroles, antigüedades… Allí se vende y se regatea Casablanca.

Otro ambiente distinto es el que se vive en La Corniche. Allí las playas, los bares, pubs y restaurantes dan paso a la noche más animada de Casablanca. Allí precisamente se halla el Rick’s Café, una copia del que regentaba Humphrey Bogart en la película. Allí conocí, con pena, que la película ni siquiera se rodó en Casablanca… Tócala otra vez, Sam…

1 Comentario

  1. […] de Dakar. Quizás no se parezca a las grandes medinas de otras ciudades africanas, como Marrakech, Casablanca o El Cairo, pero sin duda nos da una idea del ambiente popular y tradicional que se respira aquí. […]

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