Tallin se encuentra en la costa norte de Estonia, en una bahía del golfo de Finlandia y a 80 kilómetros de Helsinki. Como capital de Estonia, desde su independencia en 1991, se ha consolidado poco a poco en el mercado turístico.
El centro histórico medieval de Tallin fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. Sus calles, sus arcos, sus casas y sus monumentos nos engancharán nada más entrar en esta histórica ciudad europea.
La ciudad vieja, es decir, su centro histórico, se levanta sobre la ladera de una colina y es conocida como Toompea. La mejor fomar de entrar a Toompea es por la puerta torre de Pikk Jalg, erigida en 1380. Más adelante, se halla la plaza del Castillo, dominada por la catedral Alejandro Nevsky, con sus originales cúpulas en forma de cebolla, que denotan su ortodoxia rusa.
El Parlamento de Estonia es el segundo castillo del lugar, de estilo barroco y color rosa. Se conservan tres torres de este castillo de Toompea, entre ellas sobresale la Alta Hermann, la fortificación más fascinante de Tallin que data de 1371.
En la ciudad baja, destaca la plaza del Pueblo con sus casas de mercaderes del siglo XV, varias casas consistoriales espléndidas como la Gran Cofradía y el Ayuntamiento con su veleta que representa a un viejo guerrero que se ha convertido en el símbolo de Tallin, el Vana Toomas.
Además, hay que visitar el palacio Kadriorg, que alberga la colección nacional de arte extranjero; la Iglesia de San Olaf; la Iglesia del Espíritu Santo, la Iglesia de San Pedro y San Pablo; la Iglesia de San Nicolás; y el Kunsti Museum.
Finalmente, en Tallin existen otras opciones de ocio como sus parques, balnearios, saunas, centros cormerciales, rutas ciclistas e incluso en verano sobresalen las playas de los distritos de Pirita y Haabersti. Y si uno quiere comprar algún producto gastronómico genuino de la capital del Estonia debe adquirir el vana Tallin, un licor típico, y el chocolate Kalev.
Foto vía Mundofotos.net