Con las numerosas lluvias, nieves invernales y el deshielo de los glaciares, Islandia es un lugar repleto de espectaculares cascadas. Incluso sin ser es la más alta (tiene doce metros), la cascada de Godafoss es una de las más inolvidable de esta isla del oceáno Atlántico.
El río Skjalfanfjot se divide en dos en este cascada y pasa rugiendo a lo bestia por cada lado de la isla Hrútey, para despues caer en dos en dos sonoros arcos en forma de herradura y chocar contra una salvaje charca con remolinos. Te deja sin palabras al verlo en vivo y en directo
La cascada de Godafoss presenta un poder primigenio, con su sonido bestial, el infinto volumen de agua, con las corrientes que giran a toda la velocidad y con una fuerza imparable. Naturaleza en estado puro.
A menos de cien kilómetros del círculo polar ártico, Godafoss es un sitio desde el cual se puede ver el sol de medianoche en verano y, en invierno, la oscuridad total y absoluta.
Desde un punto de vista geológico, estas cascada es reciente y mutables. Esta región volcánica marca la línea divisoria entre la placa tectónica norteamerican y europea. Aquí se pone en marcha el proceso de la deriva continental, con chorros de vapor, lagunas calientes escapes de azufre, pozos de lodo en ebullición, cráteres que echan humo, columnas de lava y el árido desierto de las tierras altas.
La cascad de Godafoss presenta un significado religioso, tal y como escribió en el siglo XI Ari el Sabio. Los primeros colonos accedieron a Islandia en el siglo IX. Cuando el rey Olaf de Noruega decidió convertirse al cristianismo en el año 1000, obligó a los vikingos a que adoptaron esta fe también, si bien los islandeses no lo aceptaron de ninguna manera.
Entonces, Olalf paró el comercio y una guerra civil se avecina. El lagman Thorgeir, un erudito sacerdote pagano, fue nombrado árbitro del conflicto, y después de una jornada de contemplación debajo de una manta de piel, indicó que la isla debía pasar a ser cristiana, mas que los rituales paganos podría continuar dándose en el ámbito privado.
Para demostrar su compromiso con el cristianismo, Thorgeir decidió arrojar todos sus ídolos paganos a la cascada, y desde entonces se la conoce en Islandia por el nombre de Godafoss, la “Cascada de Dios”.
Foto vía Agrega