Tell al-Amarna, la capital egipcia durante el reinado de Akenatón

En el siglo XIV a.C., el faraón Akenatón y su esposa Nefertiti dejaron  los dioses, templos y sacerdotes de Karnak, en Tebas (Egipto), para fundar una ciudad y una religión nuevas. En Aketatón,  el faraón, la reina y sus súbditos veneraban a Atón, dios del disco solar. Egipto había dado un vuelco radical en sus tradiciones.

La ciudad, ubicada en la zona hoy en día  conocida como Tell al-Amarna (a  300 kilómetros al sur de El Cairo), fue levantada sobre la orilla este del río Nilo y tenía una extensión de unos 12 kilómetros de norte a sur. El propio Akenatón eligió el lugar exacto donde erigir su capital.

Después de ser capital de Egipto durante unos catorce años, Aketatón fue  abandonada tras la muerte de Akenatón, debido a que su efímero sucesor devolvió a Tebas la capitalidad y restauró el culto a los dioses tradicionales. Cuando los sacerdotes de Karnak recuperaron el poder religioso, profanaron los templos de Atón y se afanaron en borrar todas las huellas del polémico faraón.

Dos grupos de tumbas talladas en los acantilados y separadas ocho kilómetros entre sí forman la llamada necrópolis de Tell al-Amarna, un conjunto de murales sobre la vida cotidiana durante la revolución de Atón. Además, hay restos de templos y edificios privados o administrativos esparcidos por esta amplia zona.

Por otra parte, a unos 13 kilómetros por encima del Valle Real (Wadi Darb al-Malek), el valle que se extiende entre las secciones norte y sur de los acantilados, se halla la tumba real de Akenatón. Poco queda de los espléndidos relieves que representaban a Akenatón y a su familia practicando el culto al dios Atón. Finalmente una línea rectangular que se eleva por encima de la cámara funeraria indica el sitio exacto que ocupó el sarcófago del faraón, el cual actualemtne  se puede ver en el Museo Egipcio de El Cairo.

Foto vía Bergerfoundation.ch

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