Elevándose hacia el cielo entre la maleza del color verde salvia, los pinos y la pradera poco densa del noroeste de Wyoming (Estados Unidos de Norteamérica), se encuentra la Torre del Diablo, un monolito cubierto de cicatricds que domina el paisaje de alrededor.
Este monumento es un lugar sagrado para muchas tribus indígenas que vivían (y siguen viviendo) en las llanuras septentrionales de Estados Unidos. Se trata de un un lugar que eleva el espíritu.
La Torre del Diablo es una inmensa protubernacia de roca ignea. Las diferentes tribus le han dado muchos nombres como la Madriguera del Oso, la Guarida del Oso, lo Alto de la Roca o la Montaña Fantasma.
Así, las largas y profundas marcas de las garras del oso todavía se distinguen en las columnas sorprendentemente regulares de roca ígnea y le confieren a la laderas de la montaña su espectacular apariencia, como un tronco de árbol inmenso y arañado. El nombre oficial , la Torre del Diablo, proviene de «Montaña del Espíritu Malvado», una mala traducción del siglo XIX de la Madriguera del Oso, el nombre más común para este lugar entre las tribus amerindias.
Esta montaña, que fue declarada primer monumento nacional de Estados Unidos en 1906, lleva muchos años atrayendo a numerosos visitantes por su belleza imponente. Se alaza a unos 400 metros sobre la pradera y tiene unas laderas casi verticales que constituyen un gran reto para miles de escaladores que acuden al lugar todos los años a poner a prueba sus habilidades y su fuerza.
Por otro lado, ya sea en grupo o como peregrinos indivuales, muchos indios americanos siguen yendo a la Torre del Diablo a rezar, en busca de orientación, para medita y para conectar con la Tierra y el Cielo.
En definitiva, la Torre del Diablo tiene un efecto común: te eleva, tanto literal como metafóricamente. Un lugar que te llega muy dentro.
Foto vía Canal Viajes