En París, capital de Francia, hay tanto que ver y hacer que conviene plantearse una serie de paseos ineludibles. Este recorrido es especial para los amantes del arte, los fotógrafos y todo aquel que quiera visitar varios de los monumentos más impresionantes de la ciudad bañada por el río Sena.
Arranca la jornada a las nueve de la mañana en el Museo de Louvre. Se recomienda acudir a pimera hora para evitar colas y disfrutar el museo sin mucha gente. Cada día entre 25.000-30.000 visitanes acuden este famoso museo parisino.
Después, a mediodía es el momento ideal para tomar algo en un entorno especial. Por ejemplo, en el café Marly en el patio del Louvre con vistas a la Pirámide de cristal. Una alternativa para comer es el Incroyable 1793, un bistro ubicado en el número 26 de la Rue de Richelieu.
Para descansar o echar una pequeña siesta después de comer nada mejor que el típicamente francés Jardin des Tulleries. A continuación, se puede visitar al Museo de l’Orangerie que alberga las obras más importantes de Claude Monet, como sus series de nenúfares, o al Jeu de Pame, que se caracteriza por sus sensacionales exposiciones temporales en la antigua pista de tenis real.
A media tarde, se puede ir hacia la majestuosa Place de la Concorde hasta llegar a los Champs-Elysées, en otra época una parque para el ocioe de la aristocracia, hoy en día copado por el comercio. Sin embargo, el paseo, que fue uno de los más conocidos del mundo, todavía conserva parte de su antiguo encanto.
Sobre las 19.00 horas se puede contemplar al Arc de Triomphe,un símbolo parisino. A 50 metros de altura, impacta el ruido del tráfico de las avenidas principales que arrancan desde este arco triunfal, el más grande del mundo. Las vistas son maravillosas.
Finalmente, el día se cierra con una sabrosa cena. Por ejemplo, uno puede hacerlo en el prestgioso Le Fouquet’s. Gran colofón para un perfecto día en París.
Foto vía Visitando Europa