En Moscú, la capital de Rusia, hay muchos lugares interesantes como el Kremlin, la Plaza Roja, la plaza del Teatro, la catedral del Arcángel Miguel, el museo de la KGB o su casco histórico. Pero no hay olvidarse de un sitio histórico, único y espléndido.
El Metro de Moscú es conocido en todo el mundo por su lujosa decoración y su gran belleza. Destaca especialmente la estación Komsomlskaya, la joya del Metro moscovita. También llaman la atención las estaciones de Novokuztnkeskaya Kievskaya, Krasne Vorota y Parque Kulturay. Visitarlo solo costará sacar un billete de Metro y se tiene casi todo el día toda vez que el Metro moscovita está abierto desde las cinco y media de la madrugada hasta la una de la madrugada del día siguiente.
El Metro de Moscú se proyectó como un homenaje al socialismo. La primera línea se puso en marcha el 15 de mayo de 1935; si bien ya existía planos de su diseño desde la Revolución rusa. Dada la suntuosa decoración de sus estaciones se le conoce como el “palacio subterráneo”.
Ploshad Revolutssi, en la línea 2, representa el nuevo mundo socialista con sus 76 estatuas de bronce de granjeros, soldados, atletas y marineros. La estadión de Mayakoskaya, en la línea 3, es como un símbolo de un día en la tierra del socialismo.
En 1950, se inauguró la línea circular y dos años más tarde la estación de Komsomolskaya, posiblemente la estación más bella del planeta. Su pabellón se corona por una aguja en cuyo extremo se puede ver una estrella de cinco puntas; asimismo, su interior es lujoso, repleto de mosaicos que enseñan las victorias militares y los héroes rusos.
Por otro lado, el Metro de Moscú es el primero del mundo por densidad de pasajeros pues cada día 9,2 millones utilizan este medio de transporte. Dispone de 182 estaciones y una longitud de tendido subterráneo de más de 300 kilómetros.
En definitiva, pasear por sus túneles, sus estaciones, sus galerías y sus escaleras es una experiencia inolvidable. Más que recomendable.
Foto vía Treneando.com
