Baden-Baden se halla al sur de Alemania, en la bella Selva Negra. Se puede acceder en tren, por carretera y en avión; los aeropuertos más proximoos son los de Stuttgart (120 kilómetros) y Estrasburgo (80 kilómetros).
Merced al regalo natural de las aguas termales curativas, Baden-Baden se erigió durante la Belle Epoque en la capital de veraneo de Europa por antonomasia. Así, al hablar de Baden-Baden, es ineludible hacerlo de sus termas: el Friedrischsbad, un elegante templo del baños de estilo romano-irlandés, y las Termas de Caracalla, un auténtico placer celestial.
No obstante, Baden-Baden es mucho más que sus conocidas aguas. Aquí está uno de los casinos más bonitos y de mayor tradición del mundo y también la Festspielhaus, la cuarta ópera en tamaño de planeta. Asimismo, existe una activa vida cultural en el teatro de la Goetheplatz.
Recorrer las calles y avenidas de Baden-Baden es un disfrute para el caminante, ya que pocas ciudades invitan, como ésta, al descanso. En ellas se respira tranquilidad, e inclusos sus boutiques y pequeños comercios son un perfecto reflejo de este savoir faire.
Para quienes quieran dar algo más que un paseo, las proximidades de Baden-Baden ofrecen más de 500 kilómetros de senderos marcados. Una ruta muy recomendable es la Ruta de la Alta Selva Negra, que va desde Baden-Baden hasta Freudenstadt, durante la cual se puede disfrutar de unas preciosas vistas de los valles, bosques, cascadas y románticos lagos.
Además de pasear por las calles señoriales, entre palacetes, comprar en lujosas tiendas, todo ello rodeado por bosques y montañas, se puede visitar el Kloster Liechtentahl, que es una abadía cirterciense del siglo XIII y que se mantiene en perfecto estado toda vez que siempre estuvo vinculada a la nobleza adinerada.
Finalmente, los dos platos más genuinos son la sopa de fiäde y la tortilla con puntas de espárragos frescos. También hay que probar el jamón de Baden-Baden y los platos de caza.
Foto vía Tripadvisor
