De Damasco se dice que es la ciudad más vieja del mundo habitada ininterrumpidamente , y las excavaciones en sus alrededores indican que ha estado habitada desde tiempos tan remotos como el 10.000 antes de Cristo. Conocida a menudo como «La perla del este», Damasco está construida en las orillas del río Barada, lo que permite que la zona sea lo suficientemente fértil para cosechar frutas y cultivos, y para la cría del ganado.
En 1979, la Ciudad Antigua de Damasco fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Estaba rodeada por una muralla romana, de la que perduran los lados este y norte y parte de lado sur. Siguen en pie ocho puertas; la más antigua de ellas es la puerta de Bab Sharqi.
Hoy en día, en muchas partes de Damasco te encontrarás rodeado por la cacofonía, el cemento y el aparante caos que caracteriza muchas ciudades grandes de Oriente Medio, por lo que la ciudad vieja parece tranquila y calmada en comparación. La ciudad vieja está dividida en la zona del mercado, la zona musulmana, la zona cristina y la zona judía.
La mezquita Omeya era el antiguo centro de Islam, y en la actualidad sigue siendo el lugar más importante del mundo islámico después de La Meca y Medina. Construida a principios del siglo VIII, es la más famosa de las muchas glorias arquitectónicas de la ciudad vieja, con sus espléndidos minaretes y su patio adornado con mosaicos dorados. Al lado se halla el mausoleo de Saladino, con su cúpula roja, que contiene los restos del gran héroe de la historia árabe.
Otro de los grandes placeres de la ciudad vieja es comprar en el zoco Al-Hamidiyah. Damasco fue el centro comercial del mundo árabe, y después de varias horas viendo sólo una parte de los puestos y tiendas y empapándose del ambiente y las coloridas vistas del zoco, uno podría pensar que aún lo sigue siendo.
Por último, hay que ver el palacio de Azem, la capilla de Ananías y Al Nouri y el hamman (baño turco) más famoso de la capital de Siria.
Foto vía Viajes
